miércoles, 8 de junio de 2011



El rocío sobre tu arco cayendo
hacia la aurora va,
se remonta en el cielo
la suave brisa de verano, caliente, cegadora brisa.

Siente el húmedo rocío
en tu vientre alado,
congojas al tiritar
en posición fetal.

Salpica el rocío matinal,
al alba se escuchan gemidos,
migajas de pan a la mañana,
a la noche escamas entre el pajonal.

Entre las montañas recuerdo efímero azulado
se contrapone a la pradera de hierbas frescas,
fuente de vida para los rumiantes
que en un tiempo supiste ser.

Si el recuerdo es una figura
o una necesidad para vivir
sólo lo dirá el tiempo fluyendo
en profundos mares.

Rocío nacarado se evapora en la tibieza
de tus manos fugaces, silvestres sin madurar.
Permíteles ser gotas de agua
nutriendo los campos melosos.  

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